La premisa de Roland Schimmelpfennig al escribir La mujer de antes fue: ¿Qué pasa si un día, de repente, el pasado toca tu puerta y te cobra las palabras que dijiste cuando eras adolescente? Muchos saldrían corriendo. Frank, su personaje masculino principal, no. Frank está dispuesto a dejar a su mujer, Claudia, y a su hijo, Andi, para cumplir la promesa de amor eterno que hizo a Romy, "la mujer de antes", 24 años atrás. Pero a Romy no le sirve que deje a su familia, ella quiere que Frank borre por completo todo lo ocurrido en estos años para volver a la fantasía de ese entonces. "Lo brutal es cuando Romy se da cuenta de lo irremediables que son los estragos del tiempo", completa Alessandra Guerzoni, a cargo de la versión chilena de La mujer de antes.
Después de estrenarse en Viena en 2004, esta obra de Schimmelpfennig se ha montado en toda Europa, Nueva York y las principales capitales latinoamericanas, a cargo de diferentes compañías. Alessandra Guerzoni la leyó en febrero del año pasado y supo que "esta era". "Llevo 15 años acumulando cientos de proyectos que me gustaría ver montados, coqueteando con la idea de dirigir, pero siempre le he tenido mucho miedo. La mujer de antes fue amor a primera vista. Además, la leí en un momento en que entendí que llevaba una vida entera logrando grandes cosas a la sombra de otros, que no tiene nada de malo, pero nunca dándome permiso para hacer lo mismo con una idea mía", cuenta la actriz, que además de dirigir hará el papel de Romy.
Tras conseguir los derechos de la obra, Guerzoni se rodeó de actores con quienes había trabajado alguna vez, aunque nunca antes habían actuado todos juntos. Blanca Lewin, que estuvo con ella en la última versión de La casa de los espíritus, será Claudia, y Elvis Fuentes, que estudió teatro con Alessandra, será Frank. Para el rol de Andi llamó a Diego Ruiz, quien ha actuado en las películas Navidad y La vida de los peces. El quinto personaje es Tina, el primer gran amor de Andi, interpretada en esta versión por Paulette Seve, actriz de teleseries como Dónde está Elisa.
El primer día de ensayo, Alessandra Guerzoni, se paró frente a este heterogéneo grupo con los nervios de punta, "y a los dos minutos ya me estaba entreteniendo", cuenta. Su larga experiencia como asistente de dirección la había preparado. "Tenía las herramientas, pero no esperaba que fuera capaz y no esperaba que me entretuviera tanto dirigir. Pero, claro, estoy haciendo una excelente obra con un excelente equipo, dos grandes pedestales".
Cuando habla del excelente equipo, no se refiere sólo a sus actores. Para el diseño de vestuario llamó a Pablo Núñez, régie de óperas y ballets del Municipal y responsable de los 850 trajes de época para La Doña, nueva serie de Chilevisión sobre la Quintrala; en las luces está Cristián Reyes, quien trabajó en el diseño de Sin sangre; en la escenografía está el arquitecto Roberto Meyer; en coreografías, Francisca Sazié, del Centro de Danza Espiral; y en lo audiovisual está la cineasta Elisa Eliash (Mami te amo), gran amiga de Alessandra Guerzoni que la ha acompañado en este viaje que comenzó hace más de un año.
Para rematar, el asistente de dirección es un músico, Leo Quinteros. "Tiene otra sensibilidad, mira desde otro lugar", dice Guerzoni. "Como asistente, muchas veces me enfrenté a la frustración de que lo único que se me pedía era celebrar al director. Yo no quería eso, quería alguien que me desafiara, y Leo Quinteros es el opuesto que necesitaba".
A pesar de existir varias versiones, la directora debutante nunca ha visto La mujer de antes sobre un escenario. Por eso puede trabajar el texto de manera no condicionada, pudiendo esperar a los ensayos para que la obra cobrara ante ella una profundidad que sólo intuía. "En un comienzo me pareció una anécdota para hablar sobre las relaciones de pareja y hasta dónde puede llegar el ser humano, pero la obra reveló ser una radiografía transversal y contingente del estado de las relaciones humanas en el tiempo".
Toc, toc
Frank, Claudia y Andi son una familia promedio que se está preparando para mudarse al otro del mundo cuando Romy irrumpe en sus vidas. Pero ese no es el orden en que el público escuchará la historia. La mujer de antes es una obra de estructura cinematográfica. Así, saltando entre flashbacks y flashforwards, pasa por casi todos los géneros teatrales: parte como una comedia de situaciones que se transforma en thriller y termina con la catarsis de la tragedia griega.
"Para los griegos, la promesa no cumplida significa un castigo de los dioses que se traspasa a los hijos también, y eso sucede en la obra", explica Alessandra Guerzoni. "Andi se está despidiendo de Tina, están viviendo un amor puro que los sobrepasa, lo mismo que vivió Romy con Frank. Pasado, presente y futuro quedan superpuestos en este espejo".
Cine, tiempo, amor. Si hay algo que caracteriza a Roland Schimmelpfennig es su eclecticismo, su inagotable experimentación. En Europa es uno de los dramaturgos más prolíficos y que más suenan. En Chile, se ha hecho conocido a fuerza de visitas. Cuando Hartmut Becher estaba en el Goethe Institut, fundó el Festival de Dramaturgia Contemporánea Europea, donde se hicieron varias lecturas dramatizadas de textos de Schimmelpfennig. En 2003, Raúl Osorio dirigió su obra Push-Up 1-3, y el alemán asistió al estreno. Aprovechando el viaje, Schimmelpfennig viajó a Isla Negra junto a su mujer, también dramaturga, y juntos escribieron Canto minor, que se estrenó en 2004 dentro de un homenaje del Teatro Nacional Chileno a Pablo Neruda.
"Hartmut me puso en contacto con el autor, y hemos intercambiado algunos correos con Roland", cuenta Guerzoni. "En cierto momento tenía la loca idea de matar a Romy al final, pensaba hacerlo como una acotación, sin texto, pero le quería pedir autorización. En eso que pude comprender al fin el verdadero sentido de la Medea de Eurípides. Entendí que para Medea, matar a sus hijos es la única forma de castigar eternamente a Jasón por su infidelidad… pero ella no muere, y tampoco debe morir Romy. Por suerte, la vida me hizo entender esto a tiempo y no llegué a preguntárselo".
Después de estrenarse en Viena en 2004, esta obra de Schimmelpfennig se ha montado en toda Europa, Nueva York y las principales capitales latinoamericanas, a cargo de diferentes compañías. Alessandra Guerzoni la leyó en febrero del año pasado y supo que "esta era". "Llevo 15 años acumulando cientos de proyectos que me gustaría ver montados, coqueteando con la idea de dirigir, pero siempre le he tenido mucho miedo. La mujer de antes fue amor a primera vista. Además, la leí en un momento en que entendí que llevaba una vida entera logrando grandes cosas a la sombra de otros, que no tiene nada de malo, pero nunca dándome permiso para hacer lo mismo con una idea mía", cuenta la actriz, que además de dirigir hará el papel de Romy.
Tras conseguir los derechos de la obra, Guerzoni se rodeó de actores con quienes había trabajado alguna vez, aunque nunca antes habían actuado todos juntos. Blanca Lewin, que estuvo con ella en la última versión de La casa de los espíritus, será Claudia, y Elvis Fuentes, que estudió teatro con Alessandra, será Frank. Para el rol de Andi llamó a Diego Ruiz, quien ha actuado en las películas Navidad y La vida de los peces. El quinto personaje es Tina, el primer gran amor de Andi, interpretada en esta versión por Paulette Seve, actriz de teleseries como Dónde está Elisa.
El primer día de ensayo, Alessandra Guerzoni, se paró frente a este heterogéneo grupo con los nervios de punta, "y a los dos minutos ya me estaba entreteniendo", cuenta. Su larga experiencia como asistente de dirección la había preparado. "Tenía las herramientas, pero no esperaba que fuera capaz y no esperaba que me entretuviera tanto dirigir. Pero, claro, estoy haciendo una excelente obra con un excelente equipo, dos grandes pedestales".
Cuando habla del excelente equipo, no se refiere sólo a sus actores. Para el diseño de vestuario llamó a Pablo Núñez, régie de óperas y ballets del Municipal y responsable de los 850 trajes de época para La Doña, nueva serie de Chilevisión sobre la Quintrala; en las luces está Cristián Reyes, quien trabajó en el diseño de Sin sangre; en la escenografía está el arquitecto Roberto Meyer; en coreografías, Francisca Sazié, del Centro de Danza Espiral; y en lo audiovisual está la cineasta Elisa Eliash (Mami te amo), gran amiga de Alessandra Guerzoni que la ha acompañado en este viaje que comenzó hace más de un año.
Para rematar, el asistente de dirección es un músico, Leo Quinteros. "Tiene otra sensibilidad, mira desde otro lugar", dice Guerzoni. "Como asistente, muchas veces me enfrenté a la frustración de que lo único que se me pedía era celebrar al director. Yo no quería eso, quería alguien que me desafiara, y Leo Quinteros es el opuesto que necesitaba".
A pesar de existir varias versiones, la directora debutante nunca ha visto La mujer de antes sobre un escenario. Por eso puede trabajar el texto de manera no condicionada, pudiendo esperar a los ensayos para que la obra cobrara ante ella una profundidad que sólo intuía. "En un comienzo me pareció una anécdota para hablar sobre las relaciones de pareja y hasta dónde puede llegar el ser humano, pero la obra reveló ser una radiografía transversal y contingente del estado de las relaciones humanas en el tiempo".
Toc, toc
Frank, Claudia y Andi son una familia promedio que se está preparando para mudarse al otro del mundo cuando Romy irrumpe en sus vidas. Pero ese no es el orden en que el público escuchará la historia. La mujer de antes es una obra de estructura cinematográfica. Así, saltando entre flashbacks y flashforwards, pasa por casi todos los géneros teatrales: parte como una comedia de situaciones que se transforma en thriller y termina con la catarsis de la tragedia griega.
"Para los griegos, la promesa no cumplida significa un castigo de los dioses que se traspasa a los hijos también, y eso sucede en la obra", explica Alessandra Guerzoni. "Andi se está despidiendo de Tina, están viviendo un amor puro que los sobrepasa, lo mismo que vivió Romy con Frank. Pasado, presente y futuro quedan superpuestos en este espejo".
Cine, tiempo, amor. Si hay algo que caracteriza a Roland Schimmelpfennig es su eclecticismo, su inagotable experimentación. En Europa es uno de los dramaturgos más prolíficos y que más suenan. En Chile, se ha hecho conocido a fuerza de visitas. Cuando Hartmut Becher estaba en el Goethe Institut, fundó el Festival de Dramaturgia Contemporánea Europea, donde se hicieron varias lecturas dramatizadas de textos de Schimmelpfennig. En 2003, Raúl Osorio dirigió su obra Push-Up 1-3, y el alemán asistió al estreno. Aprovechando el viaje, Schimmelpfennig viajó a Isla Negra junto a su mujer, también dramaturga, y juntos escribieron Canto minor, que se estrenó en 2004 dentro de un homenaje del Teatro Nacional Chileno a Pablo Neruda.
"Hartmut me puso en contacto con el autor, y hemos intercambiado algunos correos con Roland", cuenta Guerzoni. "En cierto momento tenía la loca idea de matar a Romy al final, pensaba hacerlo como una acotación, sin texto, pero le quería pedir autorización. En eso que pude comprender al fin el verdadero sentido de la Medea de Eurípides. Entendí que para Medea, matar a sus hijos es la única forma de castigar eternamente a Jasón por su infidelidad… pero ella no muere, y tampoco debe morir Romy. Por suerte, la vida me hizo entender esto a tiempo y no llegué a preguntárselo".