martes, 27 de diciembre de 2011

Mi manifiesto: Blanca Lewin

Filmar Bombal fue extenuante. La hicimos en enero, justo cuando en teatro hicimos La Casa de los Espíritus, entonces tuve muy pocas horas de sueño. El cansancio lo usé para retratar a esa mujer que de a poco se va autodestruyendo. En ese sentido, me ayudó.


No me gusta la idea de cocinar por obligación todos los días, pero sí me gusta cocinar. No tengo una especialidad, pero todos los meses hago ñoquis.

Mi papá siempre me inculcó que diera todo lo que pudiera dar en cada trabajo que haga. El era vendedor y era el mejor vendedor. Cuando yo era guagua hacía trabajos en cuero. Eran tan detallados, que acá nadie los pagaba y se fue a Argentina a trabajar por un tiempo. Ahora que sus hijos están grandes volvió a dedicarse a eso. Tiene su taller y va a ferias a vender.


TVN tiene una cosa de eficiencia que funciona muy bien, pero en el 13 hay una cosa de grato ambiente laboral que también funciona muy bien. En ese sentido, me sentí muy acogida cuando llegué después de haber estado 10 en años en TVN.


Me fui alejando de la Iglesia cuando entré a teatro. Siento que para afrontar personajes hay que tener una mirada desprejuiciada. Pertenecer a cualquier grupo, una religión o un partido político te hace comprender al ser humano desde un lugar muy acotado.


Dejé de ser católica. Sé que hay energía y cosas que no nos podemos explicar, pero ya no practico ninguna religión.

El yoga no me entretiene mucho. El pilates funciona mejor para mis capacidades físicas. Voy notando los avances en mi cuerpo rápidamente.

Tengo una hija de dos años y nueve meses. Fui madre súper tardíamente y, por lo mismo, fue todo muy tranquilo. Cero ansiedad. Cuando uno es mamá joven hay muchas cosas que se dejan pendientes. A mí no me pasó eso. Todo lo contrario: he podido calmarme yo gracias a ella.

Vivo en Ñuñoa. Me gusta mi comuna, pero no me gusta mi alcalde.

Tengo ferias cerca de mi casa de martes a domingo. Me conozco el circuito de las ferias, porque me gusta cocinar y porque no compro frutas y verduras en supermercados. Duran más, pero tienen menos sabor. El martes voy a la feria del Parque Intercomunal, en La Reina. El miércoles, a una en Emilia Téllez con Bremen. El jueves, a una en Providencia, en el Puente del Arzobispo, que es cara, pero el pescado es barato. El viernes está una en Renato Zanelli, en el límite de Ñuñoa con Providencia. El sábado de nuevo está la de Emilia Téllez y el domingo hay una más cerca de mi casa, en Ortúzar.

Me habría encantado trabajar con Rohmer y me encantaría trabajar con Mike Leigh. Me gustan los directores que usan a los actores como principal foco para narrar una película.

Era desordenada en lo académico y me iba bien sólo en los ramos que me gustaban. Siempre estuve condicional en el colegio, porque tenía dos ramos con promedio rojo: matemáticas y biología. Pero nunca me echaron porque al parecer era un líder positivo. Les servía esa cosa participativa que tenía yo. Iba en el Compañía de María de Seminario y, pese a ser un colegio católico, incentivaba mucho el espíritu crítico.

Me gusta ser chilena. Uno es algo muy raro. Lo mejor de ser chileno radica en la carencia, en eso de sentirse siempre aislado, pero con la llegada de la globalización como que nos creemos los dueños del buque en Latinoamérica. Hay algo que el resto de los latinos mira en nosotros que es como medio depresivo y amargado, pero que también tiene que ver con cierto sentido crítico. Eso es algo que no debemos perder.

Lo que más se valora acá es ese exitismo medio rápido. Nos cuesta mirar nuestra historia. Me llama la atención eso de querer menos horas de música, de arte, de historia. Eso es retroceder. Los países desarrollados, los que Chile quiere imitar, están al revés.


No tengo tele en mi casa. El 2008 dejé de tener televisor cuando remodelamos la casa. La conexión voló y decidimos no renovar el contrato del cable. Tengo un proyector donde veo películas y series. El zapping es una pérdida de tiempo espantosa.


Yo siempre dije que no iba a participar de ninguna campaña política, pero con Arrate hice la excepción, porque sentí que había temas que era súper necesario poner sobre el tapete. Creo que no volvería a hacerlo, pero es interesante ver que los temas de la campaña ahora son los temas del país, como hacer una nueva Constitución, asamblea constituyente, reforma tributaria.

Tengo amigos actores, pero tengo pocos amigos actores.

Un día muy feliz de mi vida fue la primera vez que me compré un pasaje a Europa, a París, cuando estaba haciendo Pampa Ilusión. Quise ir allá para investigar sobre mi personaje, ver lo que había visto antes de llegar a Chile. Nunca pensé que iba a poder viajar tan lejos. Cuando decidí estudiar teatro yo tenía súper claro que iba a ser una vida súper sacrificada y austera. Yo proyecté mi vida en la pobreza. Cuando salí de la agencia de viajes con mi pasaje en la mano, me sentía en el aire.

Fuente: La Tercera